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En Ibarra se refleja la situación del Ecuador

En Ibarra se refleja la situación del Ecuador

Una primera realidad que muestra este hecho es la grave crisis moral que vive la sociedad actual. Crisis moral, que no ha surgido en Ecuador de la noche a la mañana.
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Un lamentable crimen sacudió los más íntimos hilos de cada uno de los ecuatorianos.  La crudeza del asesinato de una mujer embarazada frente a los ojos de la policía y decenas de espectadores, acentúa en cualquier ciudadano de bien la clara sensación de que la sociedad va cayendo cada vez más hondo en un pozo en el cual estos tipos de crímenes, o bien, van dejando de ser raros, o bien van mostrando un nivel de maldad antes inusitado.

Una primera realidad que muestra este hecho es la grave crisis moral que vive la sociedad actual. Crisis moral, que no ha surgido en Ecuador de la noche a la mañana, sino que es parte, sobre todo, de una debacle de los valores religiosos que tanto han marcado la personalidad de nuestro pueblo. 

¿Cómo creer que es posible mantener un respeto sincero y una obediencia escrupulosa hacia las autoridades del Estado, si se sigue violando los mandamientos de Dios, a combatirlos, a intentar exterminar la fe en Dios, el Señor del cielo y de la tierra?, se preguntaba el famoso Cardenal alemán Clemenz August von Galen, líder de la resistencia católica a Hitler.

Otra realidad, clara para todos, pero de inesperadas consecuencias, es el estado de la fuerza pública en el Ecuador actual, pues la gravedad del hecho muestra un problema mucho más profundo que solamente unos pocos policías  que,  (por la razón que fuere) fallaron en cumplir su deber. No es secreto para nadie el ataque sistemático que en los últimos años han sufrido el Ejército Nacional y la policía nacional como fuerzas del orden, ni tampoco la promoción casi exclusiva que se ha dado a los derechos humanos de los delincuentes, como si se tratara de algún tipo de élite social.

Tales ataques no son coincidencia. “Entre la Revolución y el espíritu militar hay una antipatía ‘temperamental»  advertía acertadamente el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. 

Basta hablar con cualquier policía para percibir cómo en los últimos años se ha empujado a todas las fuerzas del orden a pensar de una manera “pacifista”, es decir, a concebir el uso de la fuerza (incluso en ellos, los policías) como la última opción, solo después de agotar el diálogo, la cordialidad y el mutuo entendimiento, así sea con un delincuente con un arma en la mano. Eso es algo que se vio claramente en la actitud de los policías que enfrentaron el caso.

Pensemos pues qué podemos hacer como católicos para solucionar el problema de fondo, siendo cautos ante quien quiera proponernos como solución a estos crímenes, más crímenes como sucedería con la legalización del aborto, o romper la armonía social con el surgimiento del denominado “feminismo”, que pone a mujeres contra hombres como si se trataran de enemigos.

Optemos por la vía cristiana, la de la piedad y el sacrificio por la causa de la Iglesia. 

Digamos, como decía el Cardenal Von Galen ante la injusticia social: 

Obviamente, nosotros, cristianos, no haremos una revolución. 

Continuaremos cumpliendo nuestro deber en obediencia a Dios y por amor a nuestra patria y a nuestros compatriotas. ¡Antes morir que pecar! 

Que la gracia de Dios, sin la cual nada podemos, nos proporcione ‒a vosotros y a mí‒ esta firmeza inquebrantable y en ella nos mantenga«.

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